Tú no eras más que una hermosa ilusión que llegaba, me envolvía de placer y se iba. Y así es como ocurria cada noche… Bajo la brillante luz de la luna rodeada por incontables estrellas. Allí estabas tú, de pie sobre la pared mirándome con esa sonrisa… Ah… Cómo me perdía en esa sonrisa. Tú más que nadie lo sabía… Me enloquecía esa mirada tuya.
Me acerco cada vez más para contemplar tu bella imagen pero te sonrojas… No lo puedes evitar, lo sé. Podía notar como tus ojos brillaban cada vez que posaba mi mirada en ti. En ese entonces… No pude contenerme más. Suavemente comencé a entrelazar mis manos en tu largo y obscuro cabello. Mis labios se deslizaban lentamente sobre tu hermoso y cálido rostro… Tan frágil y sedosa como las alas de una mariposa.
Me acerco cada vez más para contemplar tu bella imagen pero te sonrojas… No lo puedes evitar, lo sé. Podía notar como tus ojos brillaban cada vez que posaba mi mirada en ti. En ese entonces… No pude contenerme más. Suavemente comencé a entrelazar mis manos en tu largo y obscuro cabello. Mis labios se deslizaban lentamente sobre tu hermoso y cálido rostro… Tan frágil y sedosa como las alas de una mariposa.
Sentí como si aquel beso hubiera durado solo un momento… Y a la vez una eternidad. No quería separarme de esos labios tan dulces, tan finos, tan especiales. Quería que esa noche fuera eterna… Te quería solo para mí.
-Te amo.- Le susurré al oído… Mientras que con mis manos tocaba su tan formado cuerpo. Me provocaba tanto al sentir sus gemidos tan cerca de mí, cuando de repente sentía que quería Algo. Pero antes de que ella pudiera pronunciar alguna palabra, logré callarla con un beso y de pronto... Sin darnos cuenta... Ya éramos una.
Aquella noche terminamos exhaustas.
Dormimos tan plácidamente entrelazando nuestras manos. A pesar de que no quería que aquella noche acabara. Quería que todo esto fuera interminable, aún junto a ti.
Fue algo tan hermoso… Tan único... Tan nuestro.
Aquello, realmente no fue un sueño… Pude sentirlo.
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